El Sueño de Felipe II
Si de algo tenemos
constancia es
que Felipe II, desde su adolescencia, tuvo el deseo de poder llegar a construir
un templo que pudiese ser comparado con el enigmático
Templo
de
Salomón: un edificio que fuese recordado y admirado, un fiel reflejo del
poder que le otorgaba su vasto imperio.
Tal vez por
eso, en 1556, cuando
accedió al trono, encargó al jesuita Juan Bautista Villalpando que realizase un
estudio sobre el
Templo de
Salomón; unos datos que sirviesen para materializar su sueño, el de construir
un edificio capaz de simbolizar la unión de la Iglesia y el
Estado:
ese tributo espiritual de su poder terrenal.
Si el templo ideado por el rey David y construido por el rey Salomón, no hubiese sido destruido hasta su última piedra por Nabucodonosor en el año 586 a.C. y hubiesen quedado suficientes restos del mismo como para ser reconstruido e imitado en sus proporciones originales, es muy posible que no se hubiese creado en torno al mismo ese aura de misterio que aún hoy hace que se formulen nuevas hipótesis sobre estas medidas. La tradición judía acepta que los planos de este templo fueron entregados al rey Salomón en un pergamino de manos de un profeta.
Muchas son las catedrales que en la Edad Media intentaron
reproducir estas mismas proporciones que al ser obtenidas por inspiración
divina, habrían de dotar al templo de esa “conexión” entre el cielo y la
tierra.
Según
comenta fray José de Sigüenza en su “Historia primitiva y exacta del
monasterio de El
Escorial” (primera obra que describe la
construcción de este monasterio desde la visión de un testigo directo de la
obra), Felipe II solía visitar el monasterio de San Jerónimo de Guisando y es posible
que ya conociese el lugar que supuestamente, médicos, filósofos, arquitectos y
cosmógrafos recomendaron al monarca como ideal para materializar su proyecto.
Según fray José, después de recorrer toda la sierra madrileña, no
pudieron encontrar un lugar mejor para el
mismo: soleado,
protegido del viento del norte por el monte Abantos y con agua, madera y piedra
suficiente como para abastecer la obra. ¿Ridículo, no? Cualquiera sería capaz de
encontrar en la sierra una veintena de lugares con iguales o mejores
características.
No fueron pocas las críticas que recayeron sobre el
monarca. Nadie consiguió entender la razón que le llevó a rechazar ciudades como
Toledo, Valladolid o Granada y se decantase por ese lugar tan apartado, áspero,
frío, seco y
enfermo. Estas y otras calificaciones fueron recogidas por fray José de
Sigüenza, citando y comparando el lugar con santuarios en recónditos parajes,
como Montserrat, Guadalupe y la Peña de
Francia. Aunque si
bien atribuye la elección de estos lugares por milagrosos, en el caso del
monasterio afirma que los motivos del rey
se deben a la inspiración divina.
El 20 de agosto de 1563 se puso la primera piedra de aquella
construcción a la que se llamó “Sitio del Monasterio de San Lorenzo el
Real”, aunque en realidad las obras comenzaron en 1562 bajo la dirección del
arquitecto Juan Bautista de Toledo. La obra constituye una magnífica combinación
de palacio-monasterio, basada al parecer en los conocimientos que en aquellos
tiempos se tenían sobre el Templo de Salomón. Esta obra pudo ser financiada
gracias al oro y la plata traídos de
América. Una
vez terminadas las obras, este complejo se convirtió en el más grande de los
construidos hasta entonces en Europa.
Este
monumento fue sin duda el sueño de juventud de Felipe II, que siguiendo el
testamento de su padre y guiado por su
idealismo
religioso, soñó con un recinto que fuera a la vez templo, panteón,
biblioteca y palacio, y que además perpetuase la gloria de
su dinastía.
Los Arquitectos
En 1559, Juan Bautista de Toledo, que residía en Nápoles en esos
momentos, recibió una carta en la que le nombraban arquitecto
real. Partió
para España para ocupar su
nuevo
cargo. Posteriormente embarcarían su esposa
y sus dos hijas, con sus libros y
documentos; este barco nunca llegó a
puerto. Esta
tragedia
marcaría profundamente a Juan
Bautista, que
ya nunca logró recuperarse de tan trágica pérdida.
En
1562, Juan Bautista de
Toledo establece
el plano general del edificio
y da comienzo a
la obra por la fachada
sur. Poco a poco fue perdiendo la confianza del
monarca; en 1564 le sometió a un examen y en 1565 le ignoró. La muerte del
arquitecto en 1567 acabaría con las polémicas e interferencias sobre la
ejecución de la obra. Aquí es donde la figura de Juan de Herrera comienza a
cincelar su nombre en los anales de la Historia.
Según cuenta su biografía, nace Juan de Herrera en el año
1530, en
el seno de una familia acomodada, en la localidad de Roiz (Santander).
Ingresa en su juventud en la universidad de Valladolid para cursar
filosofía y humanidades. Acaba sus estudios en 1548 y se incorpora al
séquito
de caballeros del entonces príncipe
Felipe. Viaja
con él por los Países Bajos, Alemania e
Italia. En
1553 es soldado de los ejércitos de Carlos V en la campaña de
Flandes. En
1556 acompaña al emperador hasta su retiro en el monasterio de Yuste. Se inicia
en la arquitectura en 1561
con el palacio de Aranjuez y en 1563 comienza a colaborar en las
obras del
monasterio. Durante su construcción fue
nombrado por el rey ayudante de Juan
Bautista de Toledo.
Tras la muerte del arquitecto, la carrera de Juan de Herrera
tiene
un ascenso imparable. Dibujante, ingeniero, inspector, administrador, inventor
de máquinas de
construcción (que aceleran las obras
abaratando
costes) y
también arquitecto. En él confió Felipe II la construcción de su
templo. Creador
del estilo
herreriano, utilizado en las obras del
monasterio. Se
sumió en una gran depresión tras acabar las obras del mismo. Aunque aún realizó
algunas importantes obras,
fallece en Madrid
el 17 de enero de 1597.
Nunca sabremos lo que la Historia no nos mostró sobre su vida.
Hay pasajes que pasan desapercibidos, como simples anécdotas, pero al repasar su
historia; estas llamaron mi atención
y puede que tengan su importancia.
Sin duda le unía al monarca una afición
común: la
atracción
por una serie de ideas heterodoxas relacionadas con el
hermetismo (ambos estaban cautivados por la astrología y los
saberes
ocultos).
Los dos
poseían
una importante biblioteca sobre tratados de ciencias
ocultas; el
interés mutuo por libros herméticos de magia o alquimia fue sin duda una
constante en sus vidas.
El Lugar
Regresemos momentáneamente al lugar elegido para construir el
monasterio. Desde mi percepción es uno de los lugares telúricos más importantes
del
planeta. Esta es la razón y no otra la que motivó al monarca para construir
allí su
obra. Podía mover las piedras de sus muros pero nunca podría mover la
alteración telúrica que se daba en el lugar. El templo, palacio, monasterio,
biblioteca y
cripta (que había de albergar los restos de todos sus familiares y
descendientes) no podía ser construido en otro lugar después de haber localizado
este, un lugar tocado por la mano de Dios, un lugar irrepetible en todo su
reino.
Veinte vórtices de 19500 UB, distribuidos simétricamente por la
nave de la
basílica, dan forma al Lugar de Poder más importante de España, único en su
categoría; no se repite en ningún otro lugar de la Península, ni tampoco en
Europa. He bautizado esta alteración telúrica con el nombre de Anillos
Energéticos, en este caso de veinte pilares (sus 20 vórtices). Los cuatro
pilares o vórtices de
Stonehenge, los
cuatro de El Vaticano y los cuatro de El Valle de los
Caídos quedan
ensombrecidos ante esta importante alteración telúrica. ¿Casualidad? No,
gracias.
La pregunta es: ¿Quién
detectó este lugar para el monarca?
Según
fray José de Sigüenza
fueron “médicos,
filósofos,
arquitectos”…, no menciona a los
geomantes, antecesores de los zahoríes y los radiestesistas, aquellos a los que
su percepción les podía permitir detectar estos lugares.
Esta zona estuvo poblada posiblemente por vetones o
carpetanos. Existen antiguos altares de culto en las proximidades, que se
encuentran
sobre vórtices
energéticos. El “Canto Gordo” más
conocido como “La silla de Felipe
II”, en la finca La Herrería, se sitúa sobre un
vórtice de 24500
UB. Cercano
también se encuentra el altar denominado “Canto Castejón” situado al menos sobre
un vórtice de 19500
UB (podrían
ser
dos); no
lo he visitado porque se encuentra en una finca de ganadería brava.
No
puedo creer que los antiguos moradores de estos parajes ignorasen una alteración
telúrica tan importante
como la que se encuentra en la basílica
y tampoco que no la tuviesen marcada con algún altar, alineación de megalitos o
similar. A día de hoy no queda ningún vestigio ni escritos que confirmen mi
creencia, pero considero
muy posible que una pista de esta índole pudo llevar al monarca y su equipo de
“cosmógrafos” hasta este privilegiado lugar.
Para muchos el monte
Abantos fue
considerado sagrado desde la antigüedad y al pensar en el monte Abantos fijan su
atención en la cima del
mismo. Error. En la cima no hay
nada. Lo
que hizo que el monte fuese respetado se encuentra en la base, concretamente en
el lugar donde hoy se levanta la basílica.
Fuere como fuere, el monarca
desoyendo
críticas fue capaz de construir su sueño en un lugar en medio de la
nada. Un lugar tan lejos de la capital del
reino (Valladolid
en aquella
época), que no dudó en trasladar la corte a un lugar más cercano que le
permitiera visitar con frecuencia la evolución de su
obra: su
propio templo de Salomón en un lugar tocado por la mano de Dios.
Juan de Herrera ¿geomante?
Se me plantean varias preguntas: ¿Qué razón movió al joven
príncipe a
incluir en su viaje por Europa a un joven de 19 años llamado Juan de Herrera?
¿Era Juan de Herrera un joven geomante? ¿Participó Juan de Herrera en la
localización del lugar donde después se construiría el monasterio? ¿Era Felipe
II un
iniciado en el arte de la geomancia? ¿Conocía Felipe II el secreto tan
celosamente guardado por los constructores de iglesias que les hacía elegir un
lugar con al menos un vórtice para sus templos?
Independientemente de que Juan de Herrera formase parte del
equipo que supuestamente eligió el lugar de la construcción, creo firmemente que
conocía el arte de la geomancia (Radiestesia).
Existen
detalles en su biografía que parecen indicarlo. En 1583, Juan de Carrión, un
cabo de escuadra amigo de Juan de Herrera, solicita permiso a Felipe II para
buscar tesoros en los alrededores de la finca de El Molinillo, en los límites de
Toledo con Ciudad
Real. Merced que le es concedida por el plazo de 12 meses, con la condición
de que la quinta parte de lo hallado fuese a parar a las arcas del
monarca. Doce
días después cede estos derechos a Juan de Herrera. En el mismo año Juan de
Carrión le cedía otra merced para buscar tesoros
con la
misma condición en los términos de
Santarén, Huete y Orgaz.
Desconozco si tuvo éxito en esta empresa, pero aún existen otros
detalles en
esta historia que guardan relación con aquello que se ha relacionado
con la percepción
extrasensorial. No es normal que alguien
pretenda buscar tesoros, así sin
más. Tampoco está probado que un radiestesista pueda hacerlo, pero siempre se
creyó en esto. Particularmente yo, que soy radiestesista, entiendo que esta
creencia es
errónea. El radiestesista puede detectar las variaciones en los campos
electromagnéticos que se registran en la vertical de los lugares
prospectados. Así se ha utilizado para detectar agua, así parece ser que se ha
utilizado para detectar filones de algún mineral
concreto. Pero
dudo mucho que un tesoro pueda llegar a ser tan grande como para alterar el
campo existente en su vertical y ser detectado por el
radiestesista.
Si Juan de Herrera lo era y utilizó esta percepción para intentar encontrar
tesoros, debió fracasar en el intento ya que si hubiese conseguido resultados
positivos, posiblemente habría dedicado el resto de su vida a la búsqueda de
tesoros.
Aunque no he encontrado suficiente documentación sobre el tema,
queda reflejado que solicitó
al rey el
beneficiarse de los veneros de cobre y plomo en el principado de
Asturias. Siempre
estuvo interesado por la
minería. Y aunque soy consciente de que esto no prueba nada, al menos
merece la pena reseñar que su interés por el esoterismo, los tesoros, la minería
y su relación directa con los lugares energéticamente
especiales le conectan directamente con la geomancia.
Existe una obra que se atribuye a Juan de Herrera, porque está
construida con su
estilo (aunque no está documentado que esté realizada por
él). Esta obra desde
el principio llamó poderosamente mi
atención. Se
trata de la Fuente Grande de Ocaña, también conocida como la Fuente Nueva. Los
maestros de obras que trabajaron en la misma provenían de la comarca norteña de
Trasmiera y previamente habían trabajado a las
órdenes de Juan de Herrera en la presa de Ontígola y en el Palacio Real
de Aranjuez.
Hay algo especial en esta
fuente. Existe
en la misma un vórtice de 24500
UB. No es lo
habitual el encontrar en una construcción de estas características un vórtice y
yo no creo en las
casualidades (aunque he de reconocer que
existen). No
he accedido al interior de sus túneles, pero al parecer existe una estancia que
probablemente utilizaban los canteros.
Existe la creencia de que los canteros provenientes de la comarca
de Trasmiera pertenecían a una
logia de constructores, conocedores de claves secretas utilizadas en la
construcción de los templos. En estas claves jugaba un papel muy importante el
lugar elegido para la
construcción; había que localizar al
menos un
vórtice. Se
cree
que utilizaban estos vórtices con fines
iniciáticos. ¿Se encuentra el vórtice en la estancia mencionada? Las
posibilidades son muy
altas. Imagino
que algún día tendré ocasión de comprobarlo.
Un Lugar de Poder
Sin ningún tipo de
dudas puedo
afirmar que la persona que realizó el plano final del templo conocía con
exactitud la situación exacta de cada uno de los
vórtices. Y
no solo nos encontramos con estos veinte vórtices de 19500 UB, hay unos cuantos
más de 13500 UB, localizados y distribuidos por todo el
complejo. Resulta complicado localizarlos
todos. La
verdad es que este lugar me
supera. He tenido que visitarlo en varias ocasiones y prospectarlo por
sesiones, porque embota mi percepción y no puedo seguir. Sin
duda, alguno de estos vórtices se me
escapará.
Los de 13500 UB más significativos se encuentran en las capillas laterales
situadas junto a la entrada, tres vórtices en cada una de ellas. Existe otro
en el Altar Mayor; no puedo acceder pero creo situarlo en el sagrario. No he podido
visitar el Patio de los Evangelistas, solo verlo a través de las rendijas de sus
cerradas puertas de
acceso; pero puedo
asegurar, sin temor a equivocarme, que su templete central se sitúa sobre un
vórtice de 13500
UB.
Para
mí el más
curioso de todos ellos se sitúa fuera de la
edificación. Es la nota discordante
del
complejo. El defecto de la obra
perfecta. Sin
embargo hubo alguien que no quiso dejar este lugar en el olvido y lo marcó con
un bloque de
piedra. Se encuentra en la lonja junto a la esquina noroeste del
edificio. La justificación parece ser comprendida y aceptada por todo aquel
que visita el
lugar: la piedra de Santa
Teresa. Es
llamada así porque supuestamente esta piedra fue utilizada por la santa para
reponer fuerzas en una visita que hizo a Felipe II. Cuenta la leyenda que Dios
quiso favorecerla con una ráfaga de viento fresco en pleno verano y que desde
entonces siempre corre un viento fresco en este
lugar; creo
que demasiado fresco en
invierno. Cierto o no, se convirtió en
la excusa perfecta para dejar marcado el vórtice, aunque la piedra desentone en
el conjunto.
Lo que más extraño me
resulta es
encontrarme con tres vórtices de 24500
UB perdidos,
es decir, en lugares que no indican para nada que fuesen detectados por la
persona o personas que supieron detectar el resto con una precisión absoluta.
Estos tres vórtices se encuentran en el
Jardín de los
Frailes. Uno
de ellos empotrado en la esquina oeste de la pared de la fachada sur, construida
por Juan Bautista de
Toledo, y los otros dos en el
jardín. Estos
tres vórtices, sin más, habrían justificado el hecho de construir en este lugar
tan magna
obra. Solamente estos tres vórtices
tan cercanos entre sí convertirían la zona en un Lugar de
Poder. Sin
embargo, fueron excluidos de la
obra. Quiero
pensar que no fueron detectados, que la potencia del lugar, eclipsó la
percepción del geomante que se encargó de localizar el resto de los
vórtices. A estos los dejaré seguir en el olvido.
El complejo monástico fue construido en un Lugar de
Poder. En
extensión es uno de los más grandes del
mundo. Los hay
más potentes pero no más
grandes. Está formado por tres anillos que generan un campo de energía
decreciente. El anillo central es el más pequeño y el más potente, su calidad
biótica alcanza las 10000 UB y ocupa prácticamente la totalidad de la planta de
la
basílica. El
segundo, con 9500
UB, se extiende hasta la puerta principal del edificio en su cara
oeste. Y
el tercero
alcanza aproximadamente un radio
de unos 700 metros. En España no detecto otro lugar que cuente con unas
características telúricas que se asemejen a este.
La Basílica
Es posible que quien lea este artículo se interese por conocer el
lugar exacto donde se encuentran situados estos 20 pilares de energía que son la
base que sostiene la espiritualidad de la construcción. Resulta extremadamente
sencillo
encontrarlos. La basílica al final fue
construida con planta de cruz
griega, alejándose un poco de la idea
original de Juan Bautista de
Toledo, que la concibió con planta
rectangular. Ya
se encargó alguien de marcar debidamente los 20 vórtices de su interior para que
no hubiese
dudas.
Se encuentran justo delante de otras tantas mesas de altares, con
la excepción de dos de
ellos. Todos
estos altares están delante de una
pintura de grandes dimensiones que representan la figura de una pareja de
apóstoles o
mártires. Ocho de ellos se encuentran en los laterales de las cuatro grandes
pilastras que sustentan el cimborrio y la
cúpula, y
ocho más en las
paredes. Justo frente a los primeros, otros dos se encuentran igualmente
delante de las mesas de altar, en el centro de dos retablos, habilitados como
falsas puertas a ambos lados del Altar
Mayor. Y
los dos que restan se encuentran en el centro de los laterales de la nave, entre
unas grandes verjas y los dos grandes candelabros “El Clavel” y “El Tenebrario”
que presiden la nave.
El Panteón
En la cripta del templo se encuentran los Panteones
Reales. En
ellos reposan los restos de algunos de los reyes más importantes y poderosos de
nuestra historia.
Bajamos por una escalera que nos conduce a la izquierda bajo el
Altar Mayor al Panteón de Reyes y a la derecha a las nueve salas del Panteón de
Infantes. En la idea original de Felipe II, lo que hoy es el Panteón de Reyes
fue diseñado y construido como una capilla funeraria de planta
circular. Esta fue parcialmente modificada por su hijo Felipe III en el siglo
XVII, que
la convirtió en el
Panteón de Reyes; tiene forma octogonal y mide 10 metros de diámetro y
casi 11 metros de altura.
Para muchos estudiosos de las similitudes entre la obra de El
Escorial y el Templo de Salomón, este panteón constituye el “Sancta
Sanctórum”
o parte más sagrada del
templo, y buscan su relación con la Cúpula de la Roca y el Santo Sepulcro
en Jerusalén.
Los cadáveres de los reyes antes de ocupar su lugar en el Panteón
Real han pasado unos años en el pudridero, un lugar prohibido para el
visitante. La familia real cede sus fallecidos a los miembros de la comunidad
religiosa que habita el monasterio (antes los jerónimos, ahora los agustinos)
en una ceremonia que se repite desde hace siglos. En el
pudridero los cuerpos de los reyes permanecen entre 20 y 30 años.
En 1854 fray José de Quevedo, bibliotecario del monasterio,
cuenta que son tres cuartos a manera de alcobas sin luz ni ventilación
alguna. A
ella se lleva la caja de plomo que contiene el
cadáver. Mientras
los albañiles derriban el tabique, se abren cuatro o más agujeros en la caja de
plomo, lo colocan en el cuarto sobre cuñas de madera que lo sostienen dos o tres
pulgadas por encima del suelo, y entonces los albañiles vuelven a levantar el
doble tabique que
derribaron.
Allí permanecen los cadáveres unos 30 años, hasta que consumida la
humedad ya no despiden olor y entonces son trasladados al panteón. Parece ser
que a fray Quevedo se le olvidó citar que en los nichos se colocan grandes
promontorios de cal viva. En la pared por fuera se coloca una lápida de mármol
negro que identifica el cuerpo que allí se
encuentra. Finalmente
y pasado el tiempo reglamentario los cuerpos se cambian a un cofre de plomo de 1
metro de largo por 40 centímetros de ancho que es depositado en un sarcófago en
el interior del Panteón Real.
He visitado el Panteón Real y he tenido la suerte de poder
situarme a solas en el centro de su nave octogonal, bajo la gran lámpara
central, exactamente sobre el vórtice de 13500 UB que se encuentra en ese lugar.
Frente a su única entrada
hay
una mesa de altar con un Cristo sobre su
pared; justo delante de
este altar, en el
centro, hay un Punto de Meditación (vórtice menor) de 11500 UB.
Otros Lugares del Complejo
La verdad es que podríamos llamar al Monasterio de El
Escorial el Monasterio de los
Altares. No
recuerdo haber visto nunca tantos altares, tanto en la basílica como en las
dependencias
interiores. Lo curioso es que invariablemente por delante de cada mesa de altar
nos encontramos con un vórtice o un Punto de
Meditación. Al menos en todos a los que yo he podido
acceder. Imagino
que hay más, pero dudo que se rompa la regla en los no visitados. Parece ser que
quien diseñó el templo no quiso dejar ni un solo vórtice en el olvido, por eso
mi extrañeza por los tres del Jardín de los Frailes.
Creo que merece la pena citar la iglesia Vieja o de
Prestado. Es una sala situada frente al Patio de los Evangelistas que fue
utilizada como iglesia en el tiempo en que el monasterio se
construía. Bajo su altar se habilitó un espacio que albergó temporalmente los
cuerpos de Carlos V y su esposa
Isabel de Portugal. Me
resultó muy curiosa la disposición de un altar mayor flanqueado por otros dos
altares
laterales. Los tres Puntos de Meditación de 11500 UB que hay en estos tres
altares forman un
triángulo
regular. Esta es una alteración telúrica que
hasta ahora
no había encontrado en
ningún otro lugar.
Existe la posibilidad de que existan más vórtices que yo no haya
podido
detectar. He de reconocer que este lugar me supera y me resulta difícil
prospectarlo durante un tiempo prolongado.
Existe otro vórtice de 19500 UB un poco más alejado del complejo,
pero dentro de las edificaciones de la
época. Se
trata de la iglesia
santuario de Ntra. Sra. de Gracia, situada a unos 200 metros de la fachada
norte del
monasterio. El vórtice se encuentra tras el altar mayor, en el camerino u
hornacina que alberga la imagen de la Virgen.
La Boca del Infierno
Últimamente ha salido a la luz otra teoría sobre la supuesta
verdadera razón que llevó a construir el monasterio en este
lugar. Cuenta
la leyenda que fue construido nada más y nada menos que para tapar la boca del
infierno; una entrada al inframundo situada en este lugar y así impedir que
las legiones de Lucifer emergiesen por unas supuestas galerías de minas
abandonadas que existían en el
lugar. Ignoro si
existieron
estas galerías, pero sin duda la imaginación de quienes forjan las leyendas es
impresionante, aunque he de reconocer que a veces existen detalles que las
conectan con la realidad.
Los vórtices son invisibles columnas de
energía. Si
para la construcción de un templo se elegía un lugar que contase con al menos
uno de estos vórtices es porque este era considerado el punto de unión entre lo
espiritual y lo
terreno; este era el alma del
templo, el
que aportaba la espiritualidad a la
edificación. Si
allí donde la energía se hace más densa era considerada una señal divina, en
aquellos lugares donde la energía era mucho menos densa (aquellos cruces
geopatógenos que también sabían
detectar),
eran considerados como obra del
demonio. Por
eso no es difícil encontrar lugares con un nombre que señala el
peligro: Sillón
del Diablo, Callejón del Infierno, La Cruz del Diablo, La Boca del Infierno,
etc. El
nombre coincide en la mayoría de las ocasiones con una fuerte geopatía en el
lugar. Y
en el monasterio también existe ese
lugar: se
trata de un peligroso cruce de Líneas Hartmann de tercer y cuarto orden que se
encuentra en el Patio de los
Reyes; posiblemente
esta sea la verdadera Boca del Infierno de El Escorial.
La Densidad Bioenergética y la Momificación
Según mi percepción la Tierra vibra energéticamente en los
lugares neutros entre 7000 y 8500 UB (unidades
Bovis). Esta
no es una unidad
objetiva, es una unidad abstracta y comparativa que se utiliza con la
ayuda del inconsciente. En casi toda la Sierra de Madrid la calidad biótica
(registros en UB en los lugares neutros de una zona) oscila entre las 8000 y
8500
UB. Las personas para estar energéticamente equilibradas necesitamos
vibrar entre 7000 y 8500
UB. Lo ideal es hacerlo en los mismos niveles que los de la calidad
biótica de la zona en que
residimos. Virus
y bacterias vibran entre 4000 y 4500 UB.
Conociendo y habiendo experimentado el hecho de que en una
estructura piramidal correctamente orientada con los puntos
cardinales se genera un campo energético en su interior de entre 11000 y 11500
UB (lo que permite deshidratar o momificar un trozo de carne en su
interior),
di comienzo a una serie de experimentos para poder determinar a partir de qué
nivel vibracional se conseguía retrasar la acción de la bacteria responsable de
la putrefacción el tiempo suficiente como para dar lugar a la
momificación. Estos experimentos me llevaron a la conclusión de que esto es posible,
al menos con trozos de carne no excesivamente gruesos a partir de las 9000
UB. Para intentar demostrar mi teoría, tenía que encontrar la forma de
elevar la densidad energética al menos hasta ese nivel y de forma artificial
para hacerlo en casa. Encontré varias
formas. Descubrí
que la espiral, el trisquel, el círculo, la estrella y la esfera atraen la
energía a su
alrededor; aproximadamente la elevan
hasta las 9000 UB. Utilicé y sigo haciéndolo un dibujo en un papel, una simple
fotocopia. El dibujo representa a un trisquel encerrado en un
círculo. Esto
genera aproximadamente unas 9300 UB si este es colocado en un lugar
neutro. El
campo de acción efectivo es más o menos el del diámetro del círculo.
Grande fue mi sorpresa al visitar en Alba de Tormes (Salamanca)
la iglesia del convento donde fue enterrada
santa
Teresa de Jesús y al detectar el lugar donde se encuentra el vórtice de 24500 UB
allí existente, comprobar que este se situaba exactamente en el lugar elegido
para enterrar a la santa.
¡¡¡Eureka!!! La iglesia o alguno de sus miembros, al menos en
tiempos
pasados, eran conocedores de este
hecho. Posiblemente
lo descubrieran de forma
casual. Ellos no podían asociar el que esto
pudiera
ser producto de un alto nivel energético capaz de inhibir a una
bacteria. Lo más lógico era pensar que esto era producto de un
milagro. Pero
sin duda sabían que para que este milagro se produjera el cuerpo había de ser
depositado durante unos meses en ese lugar especial del
templo. En mi opinión esto se convirtió en un secreto celosamente guardado por los
conocedores del mismo.
Llegó la hora de enfrentarme a mis
fantasmas. No sirve decir que soy capaz de detectar un vórtice, además hay que
demostrarlo. Ahora al menos cuento con
una prueba que podía darme la respuesta, aclararme si realmente lo que detectaba
eran vórtices o solo era un espejismo de mi mente. Lógicamente no podía
acercarme a una iglesia y pedir que me dejaran realizar mi experimento en el
vórtice de la misma.
Busqué el lugar y lo encontré en una casa en estado de abandono. Había un vórtice de 13500 UB en su
interior. Necesitaba
preservar mi experimento de la lluvia y el
rocío, ya
que esos elementos hidratarían el cuerpo. Enterré una urraca en arena dentro de
una caja de zapatos de cartón y simplemente la deposité sobre el
vórtice: este forma una invisible columna de energía de unos 60 cm. de
diámetro.
Ignoraba el tiempo que habría de permanecer allí mi
testigo. Según
la placa situada en el lugar de enterramiento de
santa
Teresa
de Jesús, fue desenterrada a los 9
meses. Imaginé
que un animal más pequeño tendría que eliminar menos líquidos y que el tiempo
sería inferior. A los dos meses abrí la caja y con emoción incontrolada vacié su
contenido. Allí estaba la urraca, un pájaro común de tamaño similar a una
paloma. Se
encontraba perfectamente momificada. ¿Habría encontrado la respuesta a los
cuerpos momificados
que se encuentran en las iglesias?
Para ser sincero, si alguien me permitiese realizar un
experimento con un animal más grande, por ejemplo una oveja, pediría unas
condiciones similares a las que se dan en el
pudridero: esa
cámara envuelta en el secretismo, donde los cuerpos de los reyes descansan sus
primeros 30 años sin vida. Pediría una sala con una temperatura más o menos
constante. Una cripta resultaría
ideal. Pediría
que el animal fuese depositado en una caja y que se le practicasen unos agujeros
para facilitar la
pérdida de
líquidos. Pediría que esta fuese
levantada del suelo, para que los líquidos no hidratasen la parte baja del
cuerpo en su
momificación. Sobre la cal no me pronunciaré porque no tengo los datos suficientes
para
hacerlo. Y también pediría lo más
importante, que
el lugar en un radio superior al del cuerpo objeto del experimento contase con
un alto nivel energético.
En un vórtice de 24500 UB se genera un campo alrededor del mismo
de forma octogonal con un diámetro aproximado de 2,40 metros. Recordemos que el
vórtice es una columna de tan solo 60 cm. de
diámetro. El campo energético
generado, al
cual he bautizado con el nombre de Octógono
Radiante, puede alcanzar
unos registros de hasta 12500 UB.
El nivel energético dentro del Panteón de Reyes es de 10000
UB. ¿Es
este nivel energético suficiente como para momificar el cuerpo de una persona?
¿Es este el gran misterio del pudridero? ¿Quedaron momificados los cuerpos de
todos los monarcas que se depositaron en ese lugar tras su fallecimiento?
La Basílica de El Vaticano es otro Lugar de
Poder. ¿Están
incorruptos los cuerpos de los Papas allí enterrados? El Valle de los Caídos es
otro Lugar de
Poder. ¿Permanece incorrupto el cuerpo de Franco?
Estas son las preguntas que yo me
formulo. Según
mi teoría las posibilidades de que así sea son muy
altas. Mucho
más si tenemos en cuenta que otros lugares con cuerpos incorruptos se sitúan
sobre un Lugar de Poder.
Cripta de los Capuchinos, Palermo
(Italia). En
su iglesia localizo dos vórtices de 24500 UB, tan cercanos entre sí como para
crear un Lugar de
Poder: es decir, una mancha energética de
dimensiones
variables. En este caso
la mancha puede
alcanzar un radio aproximado de unos 50 metros aunque no puedo precisarlo
sin una inspección in situ. Esto explicaría perfectamente el hecho de que solo unos 400 cuerpos
de los 8000 allí
enterrados hayan quedado
momificados (los
que se
encuentran dentro del radio de acción de esta
energía).
Iglesia de Villafeliche (Zaragoza).
Al
efectuar unas obras encuentran bajo el suelo de la misma unos 80 cuerpos
momificados. Detecto un Lugar de Poder creado por dos vórtices de 24500 UB que
sobrepasa los límites de la superficie de la iglesia.
Iglesia de San Andrés (Toledo).
Bajo
su altar mayor existe una cripta en la que se encontraron varios cuerpos
incorruptos. Aquí existe un pequeño Lugar de Poder de forma
pentagonal. Está creado por 5 vórtices de 13500 UB
y tiene
unos 6 metros de diámetro.
Hay muchos más lugares, hay muchos más cuerpos incorruptos, pero
aún no
he accedido a ellos. A veces
resulta muy complicado averiguar en qué lugar se depositó el cuerpo tras la
muerte. El
lugar que ahora ocupan los cuerpos incorruptos no suele ser el de origen.
¿Alguien
se ha preguntado el
por qué
la mayoría de los cuerpos incorruptos
se encuentran en las iglesias?
¿Milagros o Vórtices Energéticos?
Con el Renacimiento comenzó una pérdida de ciertos valores en la
Iglesia; comenzó la decadencia de unas claves celosamente
guardadas. Pero esto no sucedió de la noche a la mañana. Posiblemente este
saber fue cada vez menos demandado. En España, tras la
desamortización de Mendizábal, hubo un tiempo en que se dejaron de construir
templos y estas logias de constructores empezaron a desaparecer. Todas, absolutamente todas las
iglesias construidas hasta el siglo XVI contienen al menos un vórtice o un Punto
de Meditación. En los siglos XVII y XVIII solo encontramos los vórtices en
alguna de sus construcciones. Y desde el siglo XIX, muy pocos templos muestran
estar construidos con las bases de este conocimiento.
Conclusiones
Todo lo investigado y escrito me
llevan a algunas conclusiones.
Felipe II añoró desde joven el poder construir un templo que perdurase en el
tiempo e hiciese honor a su memoria. De alguna forma obtuvo el conocimiento de
ciertas claves usadas para construir los templos en aquella época y encontró un
asentamiento que superaba en expectativas cualquier otro conocido hasta el
momento. Desde entonces su afán se centró en construir no un templo cualquiera.
Sabía que alguien podría superar su obra pero no el lugar elegido para la misma;
aun así se esforzó en que tampoco fuese fácil superar la construcción. Tal vez
fue el destino el que cruzó a Juan de Herrera en su camino; puede que sin él su
obra nunca hubiese llegado a ser el templo que soñó.
Esta obra siempre estuvo rodeada de historias y leyendas que contribuyeron a
crear un halo de misterio en torno a ella. Cierto es que el Panteón de Reyes no
fue concebido como tal por Felipe II y que el pudridero ha aumentado sin duda
ese misterio que rodea esta construcción. Creo que una sala con las
características y la finalidad de esta no se da en ningún otro lugar y nada
justifica el fin de la misma. Si mi teoría puede algún día ser demostrada será
la respuesta a muchas incógnitas.
El hecho de encontrarnos en un lugar con una densidad bioenergética
suficiente
como para momificar cuerpos (como es el sitio sobre el que se edificó la
basílica) puede hacer pensar que ese es el motivo para hacer la
edificación de
un lugar sagrado sobre él. En mi opinión nunca fue esta la meta
pretendida por
sus constructores. Esto fue algo añadido, algo que fue descubierto
después y que
contribuyó a pensar que realmente estos puntos contaban con la Divina
Providencia (la momificación sería el milagro que vendría a
demostrarlo). La Iglesia,
o una parte de la misma, se valió de estos “milagros” para refrendar la
vida de
algunos de sus miembros que vivieron en santidad. Si después de muertos
llegaban
a la incorruptibilidad, era sin duda una prueba de que Dios daba su
visto bueno
a esa beatificación.
Sea como fuere, esté o no yo en lo cierto, la verdad es que no son pocos los que
afirman que la energía se puede respirar entre los muros de esta basílica. A
ellos principalmente dirijo este escrito. Pero también a todos aquellos que
buscan respuestas a unas preguntas que la ciencia aún no está en disposición de
contestar. Estoy seguro de que a unos y otros este escrito les aportará unas
claves que abrirán su mente a nuevos conocimientos.
Esta es, desde mi particular punto de vista basado en mi
percepción, la otra cara de la historia
de El
Monasterio de El Escorial, esa historia que plantea muchas preguntas sin
respuestas públicamente reconocidas, pero que cualquier día pueden ser
confirmadas.
Epifanio Alcañiz
Investigador de las
energías telúricas
Prodigioso. Gracias.
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